Green

Photo taken by me and father / Edited by me

La humedad de Valencia junto con el calor es insufrible, como desearía vivir por Suecia o Finlandia llegado a estos extremos... aunque yo, el frío y el mal tiempo, somos totalmente incompatibles. Hace aproximadamente tres años, cuando fui a los Pirineos en un viaje con el colegio, nevó el día que subimos a una montaña. Bien, yo, que soy muy lista, no se me ocurre otra cosa que quitarme los guantes para comer una deliciosa galleta de chocolate en plena nevada. ¿Dónde dejé el guante? En la nieve. ¿Qué pasó? Que lo olvidé. ¿Cómo me di cuenta? Bajando por una cuesta de nieve rulando. ¿Cuando? Cuando ya estaba abajo con la mano roja. Enseguida fui a por el guante, y para mi sorpresa cuando fui a meter la mano... PAM, estaba lleno de nieve. Pasé toda la bajada de casi dos horas en solitario, lamentándome por mí y mi mano (JAJAJAJAJA) que se me estaba poniendo morada. Incluso llegué a llorar de lo mal que lo pasé, no sentía absolutamente nada los dedos. Ésa, es la vez que físicamente peor lo he pasado en mi vida, así que como podréis ver, tengo un trauma jajaja


Seguid disfrutando de lo poco que queda de verano.
Besitos

PD: Cada otoño, los tranquilos ex-alumnos de instituto se transforman en nerviosos alumnos de primero de carrera y abandonan las casas de sus padres rumbo a las sagradas aulas de la universidad, y como toda nueva aventura, empezarla trae consigo la promesa de ilimitadas oportunidades; la oportunidad de conquistar un nuevo territorio, o de intentar sentirse un poco menos solo. Pero que surja la oportunidad no significa, que todos estén preparados para aprovecharla.